¡Shabbat Shalom! Parashá Devarim

Gran parte del libro de Deuteronomio es una reseña de aquellas cosas que sucedieron en el libro de Éxodo o en el libro de Números. En la porción de la Torá de esta semana hay una reseña de un evento muy desafortunado que involucró a los doce individuos que espiaban la Tierra de Canaán. Es bien sabido que en lugar de estar de acuerdo con Josué y Caleb, el pueblo optó por aceptar la opinión de los otros diez espías que dudaban que los Hijos de Israel pudieran heredar la Tierra, como HaShem había prometido. Este evento es un capítulo triste en la historia de Israel. Lo que provocó esto estaba claramente documentado en el texto. Moisés le dijo al pueblo,

Y en esta palabra no creéis en HaShem vuestro Di-s”. Deuteronomio 1:32

En hebreo, el nombre del libro de Deuteronomio no se relaciona con el “segundo” relato de la historia de Israel en el desierto, como lo hace el nombre en inglés o español, sino que simplemente se registra como “las cosas” o “las palabras” דברים . Esta misma palabra en forma singular aparece en el versículo antes mencionado: “Y en esta palabra no creéis en HaShem vuestro Di-s”. Obviamente la palabra a la que se hace referencia es la promesa de HaShem de darles la Tierra a los Hijos de Israel. El punto que enseña el versículo es que cuando uno rechaza la palabra de Di-s, en realidad no cree en Di-s. Debido a esta falta de fe se lee que HaShem se enojó con el pueblo y prometió mediante juramento que ninguno de ellos excepto Josué y Caleb entraría a la Tierra, es decir, se convertiría en receptor de las promesas de Di-s (ver versículos 34 -39). También es muy significativo cómo Di-s describe a las personas en esta sección. Él los llama “esta generación mala” (Ver versículo 35).

Una vez más, el lector aprende que sin fe es imposible agradar a Di-s (ver Hebreos 11:6). ¿Por qué es esto? La respuesta es porque sin fe uno no verá las cosas desde la perspectiva de HaShem y por lo tanto siempre elegirá aquello que es contrario a los propósitos de Di-s. Después de escuchar el castigo que HaShem impuso sobre ellos, confesaron su pecado y declararon que ahora estaban dispuestos a entrar en la Tierra e incluso luchar para tomar posesión de ella. A primera vista esto parece arrepentimiento y que HaShem debería perdonarlos de su pecado y reafirmar Su plan con ellos.

Sin embargo, esto no es lo que ocurrió. A los Hijos de Israel se les dijo que ahora no podían responder de esta manera. ¿Por qué fue esto? La respuesta es porque su condición espiritual realmente no había cambiado. El pueblo no había abrazado realmente a HaShem ni a Su voluntad. Simplemente no querían el castigo. Esto nos lleva a un principio bíblico muy importante. La verdadera fe no es huir del castigo, sino más bien alejarse del pecado y abrazar al Señ-r. Lo que se revela en el versículo 42 es muy significativo. HaShem ordena a Moisés que informe al pueblo diciendo:

“… no subiréis ni pelearéis, porque Yo (HaShem) no estoy en medio de vosotros …” Deuteronomio 1:42.

Este versículo muestra que sin fe, Di-s no está con una persona e incluso si uno quisiera servir al Señ-r, no podrá hacerlo. Una vez más, es imposible enfatizar lo suficiente la importancia de la fe, la fe que está arraigada en la verdad, es decir, las Escrituras, para lograr los propósitos de Di-s.

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