Shabbat Shalom! Parashá Vaieshev

En el parashá de esta semana aprendemos una verdad importante sobre el pecado. El pecado es, en primer lugar y sobre todo, una ofensa contra Di-s. No es una gran revelación espiritual, pero tendemos a olvidarla. Aunque José recibió un trato muy injusto, no permitió que esta injusticia personal cambiara su visión de Di-s. Cada vez veo más personas que enseñan la Biblia en instituciones teológicas y permiten que sus percepciones del mundo contaminen sus puntos de vista teológicos, en lugar de confiar únicamente en las Escrituras para formar sus creencias teológicas.

José demostró una gran fe al soportar aflicciones que no eran resultado de sus propias acciones. A pesar de este sufrimiento personal, confió en que Di-s estaba en control y usaría todas estas cosas para Su propósito. Es muy significativo que la Escritura le diga al lector que en todas estas aflicciones Di-s estaba con José.

Muchos podrían pensar que el trato injusto que José estaba soportando era lo que planteaba la mayor lucha para él; sin embargo, puede que no sea así. Satanás no es tonto, si un método no da el resultado deseado, está muy dispuesto a cambiar a una forma diferente de ataque. En otras palabras, cuando José permaneció fiel a Di-s a la luz de toda esta aflicción, Satanás decidió atacar a José de una manera muy diferente. Esto nos lleva al relato bíblico de José y la esposa de Potifar. Aquí el desafío no era sufrir por obedecer a los propósitos de HaShem, sino más bien rechazar la gratificación personal para permanecer fiel a los estándares morales de Di-s.

Habría sido muy fácil para José racionalizar que merecía algún disfrute después del trato tan injusto de ser vendido como esclavo. Podría haber justificado sus acciones diciendo que Di-s lo había abandonado en Egipto y, en su ira contra Di-s, comportarse de una manera que mostrara su desprecio por las leyes de HaShem. Muchas veces, cuando las personas sienten que Di-s no ha sido “justo” con ellas, comienzan a adoptar un estilo de vida pecaminoso, pero ese no era el enfoque de José. Mantuvo una perspectiva bíblica de Di-s, sin permitir que sus experiencias de vida personales colorearan su comprensión del Señ-r. Cuando se le dio la oportunidad de tener una gratificación momentánea de su carne, no perdió su punto de vista. Rechazó la invitación a pecar, diciendo:

“… ¿Y cómo haré yo este gran mal y pecar contra Di-s?” Génesis 39:9

La conducta sexual inapropiada es un gran mal, pero cada vez más la comunidad creyente permite que la realidad de cómo se comporta el mundo moldee sus perspectivas de moralidad sexual. Una vez hablé con unos padres que estaban aconsejando a su hijo de veinticuatro años que pospusiera el matrimonio hasta que terminara dos años más de escuela y trabajara unos años después y tuviera suficiente dinero ahorrado para comprar una casa. Este joven había estado en una relación seria con su prometida durante poco más de tres años. Ambas familias son creyentes y están muy felices con la idea del matrimonio. Es solo que creen que esperar unos años colocará a la pareja en una situación financiera mucho mejor que casarse ahora.

Esta joven pareja ha sido fiel a las normas bíblicas de pureza sexual hasta ahora. Cuando me pidieron que diera mi opinión sobre el asunto, hablé con los padres de ambos sin que la pareja estuviera presente y les pregunté si sentían que posponer el matrimonio podría poner a su hijo e hija ante una tentación innecesaria. Dije que, puesto que sentían que estaban preparados para casarse, obviamente habría fuertes sentimientos entre la pareja comprometida que naturalmente querrían expresarse sexualmente. Me sorprendió mucho oír la sorpresa de los padres al enterarse de que esta pareja no era sexualmente activa. Qué triste que estos padres creyentes no consideraran la posibilidad de que sus hijos adultos estuvieran andando en obediencia a los mandamientos bíblicos.

También fue sorprendente que los padres tuvieran tal desprecio por las normas de Di-s, prefiriendo que esta pareja viviera en desobediencia sexual con el fin de estar en una mejor posición financiera. Fue muy triste que al escuchar acerca de la conducta espiritual apropiada de los hijos que habían criado y ser sensibles a la decisión de sus hijos adultos de que era el momento adecuado para casarse, los dos grupos de padres acordaron que si habían esperado tanto tiempo, podían esperar unos años más.

En la conversación que siguió quedó claro que para los padres no era un gran problema que la pareja no esperara hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, ya que los padres justificaron que la pareja planeaba casarse de todos modos. En otras palabras, los padres no veían la inmoralidad sexual de la misma manera que José, es decir, como un gran mal. Es muy triste, pero hoy en día pocas personas piensan de la misma manera que José.

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